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La Grandeza de Bert Hellinger

Foto del escritor: Patrícia Cóbra VivasPatrícia Cóbra Vivas

Es grande solamente aquel que se siente igual a los otros, porque aquello que compartimos con los otros es aquello que tenemos de mejor en nosotros.




Aquel que siente esta grandeza en su interior y la reconoce, se sabe grande y, al mismo tiempo, se siente unido a todas las otras personas. Si la reconoce (esa grandeza) en su interior, la reconoce en todas las otras personas y se sabe y se siente igual a ellas.


Por este motivo, la persona también puede admitir, sin avergonzarse, esa grandeza dentro de sí, puesto que este reconocimiento no lo coloca encima de los otros, sino a su lado, como igual. De esta manera, les confirma a los otros su grandeza (la de ellos) y los otros confirman su grandeza (de la persona), recíprocamente.



Así, esta grandeza une a todas las personas con los lazos de humildad y amor.


Aquel que se siente o se pone por encima de los otros pierde la conexión con esas personas. Se aleja de ellas y ellas se alejan de él. Por ello, este tipo de envanecimiento conduce a la soledad. Y hace con que haya desconfianza. Aquel que se enaltece deberá temer al rechazo de los otros, los cuales, en secreto, esperan que él se caiga de sus soberbias alturas, hasta que, cayendo, vuelva a ser igual. Sí, en secreto, él mismo espera su caída porque su alma no soporta esa glorificación a lo largo del tiempo. Finalmente, él comete errores los cuales, a aquellos que miran desde fuera, les parecen incomprensibles pero están en sintonía con su alma. Aquella grandeza que hace a la persona se elevar por encima de las otras, no la soportamos por mucho tiempo. Las otras personas, tampoco consiguen soportarla largamente.


No obstante, aquella persona que se rebaja y se coloca por debajo de los otros, también pierde conexión. Los otros perciben la exigencia de este tipo de humildad y la resiste a hacer aquello que es adecuado para la grandeza humana.

La verdadera grandeza es exigente, pero, de un modo benéfico. Porque, así como (la verdadera grandeza) reconoce a los otros, también espera ese reconocimiento por parte de ellos. Este tipo de exigencia beneficia a todos. Ella unifica allí donde, tanto a la exigencia enaltecida como a la exigencia que rechaza las grandes acciones, separa.


Parte de la verdadera grandeza está en reconocer dentro de mí, la singularidad con que fui obsequiado y. al mismo tiempo, en reconocer en cada una de las personas lo que hay de singular en ellas. Por este motivo, la singularidad también es algo común a todas las personas y es algo que las une en vez de separarlas. Porque la singularidad también está al servicio del todo. Por lo tanto, incluso donde la singularidad aparenta ser diferente, en el todo, es igual a cada una de las otras singularidades.


Bert Hellinger: Pensamientos en el camino.

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